jueves, 16 de mayo de 2013

Nouvelle Vague


Agrupados en torno a la revista Cahiers du Cinéma, un grupo de jóvenes intelectuales, impetuosos y con un gran amor por el cine, se enfrenta al cine francés imperante de fuerte carga literaria. Desde esta revista, critican lo que consideran una fuerte sumisión del cine francés a la literatura, rechazan la dominación ejercida por los productores sobre la obra cinematográfica y reivindican la figura del autor como primera y más importante entidad creadora del film.
Admiradores de Hitchcock, de Ford y de tantos otros directores, estos jóvenes proclaman la grandeza del cine americano, del que destacan el carácter “anti-intelectual” de sus westerns y de sus musicales. Pero frente a la rígida organización de los estudios de Hollywood, estos jóvenes plantean nuevos métodos de producción, con presupuestos muy reducidos, que les permiten acceder a la industria por sus propios medios.
En los años cuarenta, el cine francés contaba con dos tipos de cienastas y obras, según la crítica vertida en Cahiers de Cinema: los directores del cine de qualité, que los críticos despreciaban en ese momento, y los autores más personales e incluso marginales (caso de Jean Renoir, Jacques Tati, Max Ophüls, Melville…), que sí tendrían el respeto de los cineastas de la Nouvelle Vague. Por otra parte, el cine francés tampoco experimentaba en esos momentos una renovación estética, como sucedía con el neorrealismo en Italia, así que empieza a sentirse una necesidad de cambio.

Factores
que tienen que ver con la aparición, a finales de los 50, de la Nouvelle Vague:
1) La eclosión en Europa y Latinoamérica de un nuevo cine, al que, en cierta medida se adelanta la Nouvelle Vague, con reivindicaciones similares: ruptura expresiva con el canon clásico, historias basadas en la realidad y, en gran medida, situados al margen de los procesos industriales establecidos.
2) La importancia de la Cinemateca, con un fuerte apoyo estatal, surgida en 1946 y que es foco de debate y reflexión sobre cine, -incluido el norteamericano-, y publicaciones como Cahiers du Cinéma que surge en 1951, dirigida por André Bazin, revista emblemática y refugio de los cinéfilos que habrían de ser directores significativos del movimiento.

3) El cine norteamericano. Curiosamente y a la vez que rechazan el cine de calidad, valoran los cineastas de la Nouvelle Vague el cine comercial estadounidense de Alfred Hitchcock o John Ford, porque confirman su teoría de que el autor de la película es solamente el director, que logra plasmar su personalidad a pesar de las presiones e influencias del sistema de estudios.

No debemos olvidar que los cineastas que formarán este movimiento son muy heterogéneos por lo que cabe distinguir, al menos, una línea más experimental en la que colocaríamos los nombres de Jean Luc Godard, Alain Resnais, o Jacques Rivette, y otra más centrada en la renovación temática y empleando recursos más clásicos donde situaríamos a François Truffaut (de quien vimos Los 400 golpes), Claude Chabrol (recordad que tuvisteis que sobreimpresionar su nombre en la práctica de edición), Eric Romher o Louis Malle (del que vimos Ascensor para el cadalso).
Al nuevo grupo de jóvenes pertenecientes al círculo intelectual de la revista Cahiers du Cinema, se les conocerá como la Nouvelle Vague y éstas son, sintetizando, algunas de las características que comentamos:

- películas de bajo presupuesto
- rodaje en exteriores en París y con pocos medios técnicos
- uso de cámaras ligeras para rodar en mano y con libertad
- cambio en la fotografía con movimientos novedosos
- tomas largas (al estilo del americano Preminger o del japonés Mizoguchi)
- personajes sin rumbo ni expectativas
- momentos de improvisación de rodaje y de los actores
- montaje discontinuo
- planos-homenaje a otros autores






Fuente:
http://cinecam.wordpress.com/historia-del-cine/los-nuevos-cines/nouvelle-vague/
 


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