Aki Kaurismäki es un director de cine finlandés, famoso por sus películas ambientadas entre las clases sociales más desfavorecidas, en especial las del norte de Europa, a menudo con situaciones y personajes extravagantes.
Es el fundador junto a su hermano Mika Kaurismäki del Midnight Sun Film Festival de Sodankylä y de la distribuidora cinematográfica Ville Alpha (y que recibe su nombre en honor de la película Alphaville de Jean-Luc Godard).
Tras trabajar como cartero, lavaplatos y crítico cinematográfico, empezó, como muchos, haciendo cortometrajes. Tiempo después buscó afanosamente financiación para su primer largo, y, como casi todos, nunca la encontró.
La sencillez y austeridad de su estilo narrativo se manifestó desde sus primeros trabajos.
A veces parece dar más importancia al ambiente y a sus personajes que a la trama de la película en sí. Sus personajes son seres inadaptados a este mundo que intentan sobrevivir siempre desde la no violencia. Nunca fuerzan las situaciones, simplemente las viven, se adaptan a lo que la vida les ha puesto en frente, y lo hacen sabiendo transformar el dolor en belleza, el sufrimiento en armonía y el silencio en luz… ahí está una de las claves de la grandeza de sus películas: su profundo carácter poético.
Las películas de Kaurismäki son auténticos poemas minimalistas donde siempre encontramos la belleza, incluso en los páramos más fríos y desiertos de los arrabales de cualquier ciudad europea. Su cine es un canto a la soledad de los perdedores, esos que, aunque a veces sin siquiera saberlo, no son los que de verdad pierden.
“Hay demasiados sonidos en el mundo, demasiado movimiento, demasiadas palabras”
Su cine es muy visual; escenas largas, importancia a los espacios y opacidad en sus personajes y “paisajes” son una característica que resalta después de ser un espectador de su trabajo. Mayormente, y casi de forma totalitaria, utiliza una cámara fija para mostrar su mundo, no contempla movimientos, simplemente deja a los personajes pasear por delante de la cámara, o no.
Muy minimalista en su realización. Planos medios, enteros y angulación normal copan la pantalla, aunque no deja de lado planos detalle y alguna que otra perspectiva.
En términos sonoros, podríamos decir que la música que se contempla ocupa la mitad de sus películas, obviamente, en forma de inclusión, siempre vamos a percibir, o ver, alguna radio prendida o algún grupo musical arriba de un escenario.
La otra mitad es muda, silenciosa. No requiere de largos y elocuentes diálogos, por lo que se limita a los justo y necesario, sin perder el hilo de la trama.
Los efectos sonido están presentes en ocasiones, o simplemente, es como si le bajara al mínimo el volumen para que pasen desapercibidos, mientras que uno está atento a que aparezcan.
La otra mitad es muda, silenciosa. No requiere de largos y elocuentes diálogos, por lo que se limita a los justo y necesario, sin perder el hilo de la trama.
Los efectos sonido están presentes en ocasiones, o simplemente, es como si le bajara al mínimo el volumen para que pasen desapercibidos, mientras que uno está atento a que aparezcan.
"Otra pequeña joya del finlandés exótico, es uno de los cantos más entrañables que ha recibido el mundo de los deheredados (...) Kaurismaki derrocha todas sus esencias en una película inclasificable, rebosante de humor y ternura, excentricidad y lirismo, estilo y gracia."
(Carlos Boyero: Diario El Mundo)
“Entretiene, conmueve, recomendable si desea ver un cine distinto al que estos tiempos nos tienen acostumbrados, más sensorial, que dejara satisfecho a sus espectadores”
(Federico Alvarez: Estudiante de cine)